Romper el cuarto muro.
Lo que gira y giró en torno al performance de Tania Bruguera Sin título (Bogotá 2009), es mucho. Por
eso parece poco pertinente intentar dar una opinión nueva. Podría dar una
opinión sobre el conjunto del debate, el paratexto por así decirlo, y apoyar la
idea de Bruguera según la cual el comentario, la reacción etc…harían parte de
la obra misma, haciendo así posible comentar sobre el comentario como
comentaría sobre la obra. Que valga la redundancia y la repetición de la
palabra “comentario”, pues por más de que me parezca una idea interesante, esta
completa ruptura del cuarto muro de
la representación parece acabar con la plástica y la estética. Desemboca
entonces en unas muñecas rusas infinitas que con cada capa van perdiendo sus
colores, sus formas y su belleza.
Explico mejor con palabras de Tania : “No creo que para hacer una obra
el conocimiento intelectual pueda sustituir al entendimiento emocional
acumulado.” Con esto pretende defender la supuesta superficialidad de su
análisis político. Está entonces hablando de iconografía política, de clichés
estéticos, lo que ella llama “paisaje político”. En el caso de Colombia, de un
paisaje muy tropical, tal vez algunas montañas con un manchón de sangre
ennegrecida por la descomposición. Ahí está, fácil.
Pero si estamos entonces hablando de esa generalización del imaginario
colectivo del mundo internacional, ¿porqué no hacerla más contundente
visualmente? En lo estético la obra no tiene ninguna relevancia; y eso no es
ningún argumento válido para juzgar el arte hoy en día. No obstante, no
cuidando este aspecto de su obra, pasa lo de las muñecas rusas y la obra pierde
todo tipo de integridad y por consecuente existe en todos lados pero en
realidad en ninguno.
Inés Arango Guingue
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