domingo, 5 de mayo de 2013

Nicolás Gómez Echeverri en Diálogos Críticos


Reacción frente a la charla De la reserva al público por Nicolás Gómez.
   
    La idea general que Nicolás da en defensa de su causa frente al debate de la sala modernidades del museo nacional es  la ruptura generacional. Una ruptura generacional entre las diferentes concepciones de lo que debería ser el museo.
En realidad Nicolás lo que hace es pretender que el lado opuesto tiene un ideal elitista, tirado para arriba, de alta cultura. Beatriz González defiende la investigación, la acumulación de información a través del tiempo, privilegia el contenido antes de la forma, pero sacrificando (en cierta medida) la comunicación. El debate parece entonces abrirse sobre un tema agobiantemente general: ¿Cuál es el rol del arte? La respuesta a esta pregunta desde cada lado es la guía general del debate: Tiene un propósito educativo, didáctico y por consecuente de entretenimiento? O tiene un papel de memoria? (que parece unirse indirectamente con lo formal, lo más académico)
      No puedo ni pretendo responder a todas las preguntas que me surgen a partir de la charla, sino más bien centrarme en una de ellas: el problema de la comunicación en la curaduría. ¿Por qué? Porque me parece abrumador que lo temático guíe todo hasta el punto en que las categorías parecen completamente artificiales.  Pongo el ejemplo de La Tertulia: qué tiene que ver el museo con las diferentes categorías cuerpo, máquina, paisaje?  Siempre creí que había otra forma de hacer curaduría, narrando una historia a través del sentimiento, de la forma y del contenido. El trabajo de Nicolás sólo me genera un tipo de desesperanza: ¿esto es lo que enseñan a hacer en los masters de curaduría ingleses? Y peor aún ¿Acaso no hay otra forma de comunicar que siendo tan estúpidamente obvio?

Para cerrar expreso mi opinión personal (con el riesgo de que este texto quede demasiado marcado por la primera persona): si el museo es solo para un público que se quiere entretener, entonces ¿la gente especializada a dónde va? Por otro lado, toda esa investigación (la de Beatriz González) no da frutos si no se comunica. El punto del museo también es tener una fuente de información inmediata, que se relaciona táctilmente con los objetos, ver las cosas en directo.  Los dos lados pueden pelear todo lo que quieran, pero ninguno de los dos es lo suficientemente comunicativo como para llamarse victorioso. Finalmente sólo pretendo expresar el malestar que me producen los museos llenísimos de gente donde no se puede ni respirar (MOMA, MET) y los museos absurdamente grandes que se dan el lujo de cerrar salas de exposición enteras porque nadie las visita (Louvre). Este debate entre popularidad y hermetismo no es sólo propio de Colombia sino también de todos los museos en todo el mundo.


Inés Arango Guingue.


 

    

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