domingo, 5 de mayo de 2013

Crítica/ Reacción frente a la charla de José Aramburo en Diáogos Críticos.


POPÓ DE PARÍS


José Aramburo, mientras estaba reorganizando mi cuarto en pos de seguir aplazando mi trabajo académico, me dio una excusa para seguir en mi leisure.
Pude desatar a partir de su “charla” todas unas ideas que tenía amarradas (pero no tanto) sobre lo alcahueta que se vuelve el ejercicio académico uniandino- no sólo en arte, sino en general-.
            La cosa va más allá de pensar en lo clasista que resulta el “Monito[1], qué pena[2], ¿le recojo[3]?” , sino que radica también en que, al ignorar lo mal que está, uno dice, ay por eso estoy pagando doce millones. Así sea por mecanismo de defensa, uno termina reduciendo todo a términos de plata. Dinero![4]
            Con Aramburo pasa algo parecido, impone su definición de que el arte sigue siendo arte sin importar qué tan basura sea lo que uno hace y qué tan fácil haya resultado hacerlo. Se va a llamar “arte” igual y será condenado el que diga que no con la pregunta “¿qué es el arte?”, no por si da la respuesta correcta o incorrecta sino porque simplemente al tratar de responderla hará el ridículo irremediablemente. Para salvarse de tan horrible martirio deberá responder no sé qué es el arte y entonces aceptar que se dedica a algo inherentemente absurdo y:
-       Tomar una actitud nihilista
-       Haciendo esto le da la razón a Aramburo.
-       Deberá aceptar que sólo está en arte para conseguir esposa.
-       Deberá tratar de venderle basura a millonarios sin remordimiento.

            De ahí que me parezca sorprendente que Aramburo sea un artista con obra, y que la gente que le compre sea gente con criterio. Dura prueba para mis ideales de vida, tengo la gran tentación de comprar un jet y vender popó recién importado de París y así ganarme la vida parodiando un Aramburo. Pero no, no, no, creo que me toca alinearme entre las niñas lindas de arte que quieren encontrar esposo (a Aramburo preferiblemente para poder serle infiel) y si me va bien puedo llegar a ser tan odiada como una profesora de historia del arte.

Inés Arango Guingue.


[1] Racial
[2]  Sumiso
[3] Servicial.
[4] Omito voluntariamente el signo de exclamación de principio de frase porque me parece horrible y tengo esa licencia porque estudio arte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario