La
ciénaga no está en la ciénaga.
La
ciénaga de
Lucrecia Martel empieza con un temblor. Algo tiembla y no son sólo las manos de
Mecha, la matriarca borracha e impotente, una de las dos protagonistas. En el
salón donde vi la película, hasta los vidrios temblaron. El paisaje empieza
siendo apocalíptico: viejos borrachos se asolean con nubes grises, pegajosas y
montañas que explotan. ¿Serán balas o serán truenos? Una caída abre y cierra la
película: la de Mecha al principio y la de Luciano (sólo un niño) al final.
No sólo se caen ellos, sino que se cae su
integridad familiar, que pretenden
mantener definiéndose por encima de Isabel y otros “indios”. La sangre,
la muerte, la vejez, la descomposición y la violencia parecen sólo crear un
sentimiento de incomodidad, que se podría reducir o definir muy bien por el
chirrido de las sillas de metal contra el asfalto o con las voces destempladas
de las niñas de Tali, el otro personaje femenino principal. Con todo lo que enumeré, lo único que pienso
es en disturbing y en las fotos de
mujeres de Cindy Sherman que me acuerdan del escote pronunciado y lleno de
cicatrices de Mecha.
Quisiera escribir algo sobre La Ciénaga que resuene, que retumbe
tanto como retumbaba la primera escena (por lo menos en el salón en el que la
vimos.) Pero como resuena el sonido, resuena la obra y me acuerda
inevitablemente a Cien años de Soledad. Hay
una historia familiar, un paisaje desconocido incluso a veces opresor, un
coqueteo con el incesto entre Verónica y José; finalmente la obra parece concluir
con la muerte del más joven de los miembros de la familia. Sin embargo falta el
realismo mágico, falta el gusto por el sitio y falta la fuerza matronal de
alguna Úrsula. Esta referencia para mí solo sirve entonces para acentuar el
sentimiento de que en la película algo está fuera de lugar, de que esos
elementos fueron evocados conscientemente y después puestos en desfase. Los
papeles están invertidos, los viejos se emborrachan y los niños se limpian
solos sus heridas. Tratan de ser burgueses no siendo indios, pero no siendo
realmente. La ciénaga entonces, no está en la ciénaga, es un espacio imaginado
y ficticio donde todos caminan hacia su destino sin poder evitarlo.
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