domingo, 5 de mayo de 2013

Ana María Millán en la clase de diálogos críticos de la Universidad de los Andes.


Ana María Millán en diálogos críticos
 I. ¿Y lo crítico del diálogo qué?

Antes de hablar de la charla misma es preciso hablar de todo lo que la rodeó, porque pareció centrarse más en la figura de Ana María como reconocida en el medio del arte que como artista. Cuando aparecen todas las vedettes del arte, lo crítico del diálogo desaparece por completo y degenera en una jerga gremial honestamente insoportable.
 II. Para los que se toman el trabajo de pensar en la obra de esta artista:
             Lo que supuestamente unía la charla eran los  “territorios ingobernables y formas de propaganda y de representación” como tema general y por medio de un “giro de tuerca” que la cámara podía crear frente al punto de vista, a la forma de acercarse a un tema y a la forma de narrar algo. De esta carreta no entendí nada y no encontré nada coherente.
 Esto no impide que le haya encontrado una consistencia muy interesante a la obra. Su discurso y sus videos estaban articulados, de una manera o de otra alrededor de la destrucción, de la desconstrucción. Al referirse a su video sobre el buque gloria dijo: “Destruyo una narración nacional con todo esto”, después dijo “ No estoy de acuerdo con la palabra creación”. Por ejemplo, en la pieza que reunía los castings de una película de Carlos Mayolo, Millán rehízo la película des-construyendo el resultado final: la recreó a partir de los errores, de los actores que no son, de una versión mala de lo que debería ser. En un video mostrando la utopía fracasada de la isla de Lehder, Millán vuelve a retomar esto, está construyendo una narración a partir de lo que está destruido, de algo que se hizo a medias. Lo hace, además a partir de fragmentos de videos de Youtube que no son de ella.
 Parece que también estuviera destruyendo la importancia del artista porque desde lo plástico, claramente no está creando nada. Está más bien construyendo la desconstrucción visualmente y si se analizara todo con más detenimiento, se podría entender cómo es que pretende destruir una narración nacional. A la larga ahí está todo el mérito (desde una opinión muy personal) de la obra de Ana María, que en su aparente simplicidad y oda a lo amateur, a lo lista b, a la estética del bajo presupuesto, hay un enorme campo abierto para toda interpretación. Como ella misma lo mencionó, el studium de Barthes es indispensable. En pocas palabras, el studium es un bagaje necesario de la parte del espectador,  la idea de que la obra no existe sin la referencia de la cual está hecha. Lo que Ana María hace es dejar el campo libre a la interpretación, y por eso es un placer ver su obra para descubrir, como se quiera, la brillantez o la idiotez de la creadora.
Inés Arango Guingue.


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