Ana María Millán en diálogos críticos
I. ¿Y lo crítico del diálogo qué?
Antes de hablar
de la charla misma es preciso hablar de todo lo que la rodeó, porque pareció
centrarse más en la figura de Ana María como reconocida en el medio del arte
que como artista. Cuando aparecen todas las vedettes del arte, lo crítico del
diálogo desaparece por completo y degenera en una jerga gremial honestamente
insoportable.
II. Para los que se toman el trabajo de pensar
en la obra de esta artista:
Lo que supuestamente unía la charla eran
los “territorios ingobernables y formas
de propaganda y de representación” como tema general y por medio de un “giro de
tuerca” que la cámara podía crear frente al punto de vista, a la forma de
acercarse a un tema y a la forma de narrar algo. De esta carreta no entendí
nada y no encontré nada coherente.
Esto no impide que le haya
encontrado una consistencia muy interesante a la obra. Su discurso y sus videos
estaban articulados, de una manera o de otra alrededor de la destrucción, de la
desconstrucción. Al referirse a su video sobre el buque gloria dijo: “Destruyo
una narración nacional con todo esto”, después dijo “ No estoy de acuerdo con
la palabra creación”. Por ejemplo, en la pieza que reunía los castings de una
película de Carlos Mayolo, Millán rehízo la película des-construyendo el
resultado final: la recreó a partir de los errores, de los actores que no son,
de una versión mala de lo que debería ser. En un video mostrando la utopía
fracasada de la isla de Lehder, Millán vuelve a retomar esto, está construyendo
una narración a partir de lo que está destruido, de algo que se hizo a medias.
Lo hace, además a partir de fragmentos de videos de Youtube que no son de ella.
Parece que también estuviera
destruyendo la importancia del artista porque desde lo plástico, claramente no
está creando nada. Está más bien construyendo la desconstrucción visualmente y
si se analizara todo con más detenimiento, se podría entender cómo es que
pretende destruir una narración nacional. A la larga ahí está todo el mérito
(desde una opinión muy personal) de la obra de Ana María, que en su aparente
simplicidad y oda a lo amateur, a lo lista b, a la estética del bajo
presupuesto, hay un enorme campo abierto para toda interpretación. Como ella
misma lo mencionó, el studium de
Barthes es indispensable. En pocas palabras, el studium es un bagaje necesario de la parte del espectador, la idea de que la obra no existe sin la
referencia de la cual está hecha. Lo que Ana María hace es dejar el campo libre
a la interpretación, y por eso es un placer ver su obra para descubrir, como se
quiera, la brillantez o la idiotez de la creadora.
Inés Arango Guingue.
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